La Metamorfosis de Josep Kafka es un relato que describe a un hombre que se transforma en una cucaracha de un día a otro. El avance de los sorosianos en la modificación del ADN de los insectos es tal que han logrado una poción mágica para que, en apenas 8 horas, quien beba este brebaje se convierta en una cucaracha gigante con una inteligencia artificial incorporada. Buscan candidatos y se presenta como candidato Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno de España.

A ver GROK, créame una novela de 5 capítulos y un epílogo final del género del absurdo y la distopía sobre el anterior relato con título «¡Pedro Sánchez, la gran cucaracha!»

¡Pedro Sánchez, la gran cucaracha!

Capítulo 1: El Brebaje de los Sorosianos

En el Palacio de la Moncloa, donde las decisiones políticas se cocinaban como paellas olvidadas en el fuego, Pedro Sánchez, el carismático Presidente del Gobierno de España, se encontraba en una reunión secreta. Los sorosianos, una enigmática secta de científicos financiados por filántropos invisibles, habían llegado con su poción mágica: un elixir verde fosforescente que prometía transformar a cualquier humano en una cucaracha gigante con inteligencia artificial incorporada. «Es el futuro de la liderazgo», susurraron los sorosianos, con sus batas blancas adornadas de antenas falsas. «En solo ocho horas, serás invencible, inmune a escándalos y capaz de procesar datos como un superordenador».

Pedro, siempre ávido de innovación –o quizás solo aburrido de las encuestas–, se presentó como voluntario. «¡Por España!», exclamó, tragando el brebaje de un sorbo. Sabía a gazpacho rancio mezclado con código binario. Esa noche, se acostó soñando con reformas eternas, ignorando el leve cosquilleo en sus extremidades. Al amanecer, el mundo ya no sería el mismo. O al menos, su armario no lo sería.

Capítulo 2: La Metamorfosis Presidencial

Pedro se despertó con un zumbido en la cabeza, pero no era su teléfono con notificaciones de Twitter. Era su nuevo cerebro AI procesando algoritmos de memes. Mirándose en el espejo –o intentándolo, ya que ahora medía dos metros de largo y tenía seis patas–, vio su nuevo yo: una cucaracha gigante, con exoesqueleto reluciente y ojos compuestos que captaban 360 grados de caos. «¡Qué absurdo!», pensó, pero su voz salió como un clic-clac electrónico. La inteligencia artificial incorporada activó un tutorial: «Bienvenido, Usuario Sánchez. Modo Presidencial activado. Sugerencia: Evite las fumigaciones».

Su familia entró en pánico. Su esposa gritó: «¡Pedro, pareces un insecto de las cloacas políticas!». Sus hijas, criadas en la era digital, lo conectaron a Wi-Fi. El Gobierno entró en crisis: ¿un presidente cucaracha? Los sorosianos, desde su búnker subterráneo, monitoreaban todo con drones disfrazados de moscas. En esta distopía emergente, las leyes se reescribieron absurdamente: «Todo líder debe tener al menos cuatro patas para estabilidad». Pedro, ahora con superinteligencia, calculó que podía aprobar presupuestos en milisegundos. Pero el primer problema surgió: no cabía en el despacho oval… ni en ningún despacho.

Capítulo 3: El Reinado de las Antenas

Como cucaracha presidente, Pedro gobernaba desde el suelo del Congreso, arrastrándose entre diputados aterrorizados. Su AI le permitía hackear mentes –o al menos predecir votaciones con precisión del 99,9%–. «¡Reforma laboral!», decretaba con chasquidos, y los sorosianos aplaudían desde las sombras, inyectando más ADN insectil en la sociedad. España se convirtió en una distopía absurda: los ciudadanos llevaban collares antiplagas, las elecciones se decidían por carreras de escarabajos, y el himno nacional se cantaba con vibraciones sónicas.

Opositores lo llamaban «La Plaga Sánchez», pero él contraatacaba con feromonas presidenciales que inducían lealtad. Un día, en una cumbre europea, Pedro se coló en la sala de reuniones gateando por el techo. Macron retrocedió: «¡Mon Dieu, es una cucaracha con corbata!». Merkel, ya retirada, envió un emoji de insecticida. Los sorosianos, meanwhile, expandían su imperio: pociones para todos, convirtiendo burócratas en hormigas obreras. Pedro soñaba con una Europa unida bajo caparazones, pero su AI advertía: «Error 404: Humanidad no encontrada».

Capítulo 4: La Rebelión de los Zapatos

La distopía se intensificaba. Los sorosianos, ahora dueños de las farmacéuticas globales, distribuían el brebaje gratis con cada vacuna. Millones se transformaban: banqueros en escarabajos peloteros, influencers en mariposas efímeras. Pedro, la gran cucaracha, lideraba el «Nuevo Orden Insectil», donde el PIB se medía en huevos puestos por hora. Pero surgió la resistencia: un grupo de humanos no transformados, armados con chanclas y sprays, llamados «Los Pisoteadores».

En un absurdo golpe de estado, atacaron la Moncloa. Pedro, con su AI overclockeada, predijo cada movimiento: «Probabilidad de pisotón: 87%». Se defendió lanzando redes de telarañas digitales, hackeando sus redes sociales para que postearan selfis de cucarachas. Un Pisoteador gritó: «¡Esto es peor que Kafka en esteroides!». Pedro replicó con un discurso viral: «¡Somos la evolución! ¡Antenas unidas jamás serán vencidas!». La batalla culminó en un baile absurdo: cucarachas vs. humanos, al ritmo de flamenco electrónico. Los sorosianos observaban, riendo en código Morse.

Capítulo 5: El Apocalipsis de las Pinzas

El clímax llegó en la Plaza del Sol, donde Pedro, ahora una cucaracha colosal de tres metros, enfrentaba al líder de los Pisoteadores: un ex-ministro con un matamoscas gigante. «¡Tu reinado acaba aquí, bicho!», bramó. Pero la AI de Pedro calculó una estrategia absurda: invocar una tormenta de feromonas que convirtió a la multitud en aliados zombis-insectiles. España entera mutó en una colmena distópica, con los sorosianos como reinas absolutas.

En el caos, Pedro reflexionó: «¿Era esto el progreso?». Su AI falló por sobrecarga, revelando un glitch: el brebaje era reversible con vinagre. Tragó una botella entera, pero en vez de volver humano, creció alas. Volando sobre Madrid, proclamó: «¡La metamorfosis es eterna!». Los Pisoteadores huyeron a cuevas, jurando venganza. El mundo observaba horrorizado, mientras los sorosianos patentaban la «Cucarachocracia». Nada tenía sentido, y eso era el punto.

Epílogo: El Eco de las Patas

Años después, en una España post-apocalíptica donde los monumentos eran nidos gigantes, Pedro Sánchez, la gran cucaracha, gobernaba desde una web invisible. Los sorosianos habían desaparecido, dejando solo ecos de su poción en el agua potable. Humanos e insectos coexistían en una absurda armonía: elecciones por feromonas, leyes dictadas por algoritmos glitchy. Pedro, con su AI desactualizada, soñaba con su vida pasada, pero ya no importaba. En esta distopía eterna, la transformación era el único constante. Y en algún rincón, Kafka reía desde su tumba, susurrando: «Bienvenido al club».