¡El problema de las Pensiones sólo tiene una solución: la guerra nuclear!
Capítulo 1: La Gran Evasión de los Reos Ridículos
En las profundidades de una cárcel salvadoreña, construida con bloques de hormigón reciclados de viejos reality shows, seis reclusos peligrosos languidecían en celdas decoradas con posters motivacionales de «Sé tú mismo, pero no tanto». Von der Brujer, un alemán con bigote de espuma de cerveza; Sánchez, un español que hablaba en circulares; Micron, un francés que medía exactamente un metro de ego; Starmer, un británico que juraba por el té frío; Merz, otro alemán obsesionado con las salchichas veganas; y Zelenski, un ucraniano que bailaba breakdance en sus sueños. Todos ellos, convictos por crímenes absurdos como «robar sonrisas a los contribuyentes» y «prometer lo imposible con cara de póker».
De repente, una noche de luna llena en forma de dólar, un equipo élite de sorosianos descendió en paracaídas hechos de billetes falsos. Liderados por un misterioso agente llamado «El Filántropo Fantasma», usaron rayos láser de juguete para derretir las barras de las celdas. «¡Libertad o muerte… o al menos un buen soborno!», gritó el agente mientras los reos salían tropezando, confundiendo la operación con un ensayo de baile. Los sorosianos, vestidos con trajes de camuflaje arcoíris, los subieron a un helicóptero impulsado por energía eólica de discursos vacíos. Y así, los seis delincuentes volaron hacia la libertad, dejando atrás un rastro de confeti corrupto.
Capítulo 2: El Pacto con los Sorosianos y el Plan Maquiavélico
Aterrizaron en una isla secreta en el Caribe, donde los sorosianos tenían su base: un palacio de cristal reciclado de botellas de champagne elitista. Allí, en una sala iluminada por bombillas LED que parpadeaban al ritmo de himnos globalistas, los liberadores expusieron el Plan. «Sois deudores eternos», dijo el Gran Sorosiano, un holograma flotante con voz de sintetizador. «Destruiréis Europa Occidental para forjar Newtral, el superpaís neutral en todo, excepto en impuestos altos. En honor a la esposa del payaso de La Secta TV, esa cadena donde las noticias bailan tango con la propaganda».
Los reos, atados con cuerdas de seda ética, asintieron como marionetas. El Plan involucraba colocarlos como presidentes de países clave: Von der Brujer en Alemania, Sánchez en España, Micron en Francia, Starmer en el Reino Unido, Merz en… otra parte de Alemania (porque uno nunca es suficiente), y Zelenski en Ucrania Occidental (para añadir drama). «Llegaréis al poder con hipocresía pura», explicó el holograma. «Financiados por comisiones de mordidas y prostitución disfrazada de feminismo empoderador. ¡El negocio del siglo: camas de lujo con lemas de igualdad!»
Los reos, hipnotizados por promesas de yates invisibles, firmaron con sangre de tinta ecológica. El absurdo comenzaba: Europa caería en un remolino de burocracia loca.
Capítulo 3: La Ascensión Hipócrita al Poder
En un torbellino de campañas electorales absurdas, los seis reos se convirtieron en candidatos. Von der Brujer prometió «cerveza gratis para todos, pagada por los sobrios». Sánchez giraba en círculos en debates, respondiendo «depende» a todo. Micron posaba en fotos con baguettes gigantes, jurando «égalité en selfies». Starmer bebía té en mítines, prometiendo «un Brexit inverso con azúcar». Merz vendía salchichas veganas como «el futuro carnívoro sin carne». Zelenski bailaba en TikToks virales, con fondos de fuegos artificiales.
Financiados por redes de prostitución «feminista» –donde las «emprendedoras independientes» cobraban en criptomonedas sorosianas–, y comisiones de contratos públicos para construir puentes a ninguna parte, ganaron elecciones manipuladas con votos de fantasmas digitales. Europa Occidental aplaudió, ciega ante la distopía: presidentes que hablaban de paz mientras planeaban el caos. Newtral se vislumbraba en el horizonte, un país donde las leyes se escribían en emojis ambiguos.
Capítulo 4: La Destrucción Sistemática de las Naciones
Una vez en el poder, los seis presidentes desataron el absurdo. Von der Brujer decretó que Alemania se convirtiera en un gran parque temático de burocracia, donde cada ciudadano necesitaba un permiso para estornudar. Sánchez transformó España en un laberinto de siestas obligatorias, financiadas por impuestos a la siesta voluntaria. Micron hizo de Francia un país de huelgas perpetuas, donde los sindicatos bailaban en las calles con banderas de queso derretido.
Starmer convirtió el Reino Unido en una isla flotante de té diluido, donde el Brexit se revertía diariamente. Merz fusionó su Alemania con la de Von der Brujer, creando «Alemania Doble», un paraíso de eficiencia ineficiente. Zelenski pintó Ucrania Occidental de verde sorosiano, con monumentos a payasos televisivos. Juntos, erosionaban fronteras: ríos desviados, montañas aplanadas con excavadoras de juguete. La gente protestaba, pero era distraída con apps de realidad virtual donde Newtral era un paraíso de neutralidad absoluta. El absurdo reinaba: leyes que prohibían opiniones no neutrales, y pensiones «reimaginadas» como vales para orgías elitistas.
Capítulo 5: El Escándalo de las Pensiones al Descubierto (de Forma Absurda)
El problema de fondo emergió en un leak ridículo: un hacker anónimo (en realidad, un sorosiano distraído) filtró videos de élites mundiales en orgías con fondos de pensiones europeos. «¡El dinero de las jubilaciones se gastó en fiestas con caviar humano y bailes en yates voladores!», gritaban los titulares. Los ciudadanos, atónitos, veían cómo sus ahorros se evaporaban en confeti de lujo.
Los presidentes lo negaron con hipocresía: «Es fake news neutral», dijo Micron. «Orgías? ¡Eran reuniones de networking feminista!», agregó Sánchez. Pero la distopía se profundizaba: pensionistas recibían cupones para «experiencias vitales» en lugar de dinero, como saltos en bungee sin cuerda. Los sorosianos, desde sus islas, reían: el Plan ocultaba el vacío financiero con un velo de absurdo. Europa se hundía en un pozo de deudas disfrazadas de progreso, mientras elites planeaban la huida.
Capítulo 6: La Guerra Imaginaria y el Caos Controlado
Para distraer del escándalo, los sorosianos ordenaron una guerra ficticia. «¡Inventad enemigos invisibles!», comandaron. Von der Brujer declaró guerra a las nubes por «bloquear el sol alemán». Sánchez luchó contra el viento, culpándolo de desordenar sus discursos. Micron bombardeó baguettes en desfiles. Starmer invadió el Canal de la Mancha con barcos de té. Merz y Zelenski pelearon contra sombras, con ejércitos de drones bailantes.
La gente, en pánico distópico, construía bunkers de cartón. Medios de La Secta TV transmitían «batallas» con efectos especiales: explosiones de confeti, tanques de juguete. «¡La guerra nuclear es inminente!», mentían, mientras elites empacaban para Sudamérica. Newtral surgía de las ruinas imaginarias: un superpaís donde la neutralidad era ley, y las pensiones, un chiste olvidado.
Capítulo 7: La Gran Huida a los Búnkeres Sudamericanos
Mientras Europa ardía en llamas ficticias, los sorosianos y sus presidentes títeres huyeron. En aviones invisibles, aterrizaron en búnkeres amazónicos decorados con arte abstracto de corrupción. «¡Aquí estaremos a salvo de la guerra que inventamos!», exclamó el Gran Sorosiano. Los reos, ahora ex presidentes, brindaban con champagne de pensiones robadas.
Abajo, en Europa, la gente celebraba el «fin de la guerra» con fiestas absurdas, ignorando que Newtral era solo un holograma. Familias elites se reunían en spas subterráneos, planeando orgías eternas. El absurdo culminaba: un mundo donde la realidad era opcional, y la distopía, el nuevo normal.
Epílogo: La Solución Nuclear y el Absurdo Eterno
En el clímax distópico, un botón rojo gigante –etiquetado «Solución a Pensiones»– fue pulsado por accidente durante una orgía. Misiles nucleares imaginarios surcaron cielos virtuales, «destruyendo» Europa en un show de luces. Pero nada explotó; era todo un simulacro sorosiano. Newtral emergió como un país digital, donde ciudadanos vivían en metaversos neutrales, pagando pensiones con likes.
Los sorosianos, desde búnkeres, reían eternamente. «¡La guerra nuclear resuelve todo!», proclamaban. Europa, renacida en absurdo, olvidó sus pensiones en un mar de hipocresía. Y así, el Plan triunfó: un mundo donde la verdad era la mayor distopía de todas. Fin.
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